Arte inútil
Si escribo un texto pero nunca lo publico ¿Realmente lo escribí?
Buenas tardes, mis códigonautas, ¿Cómo están? Esta semana casi nos quedamos sin edición porque estoy ligeralmente desganada, algo sobrepasada de obligaciones y sobre todo desencantada con las métricas del número anterior.
“Para qué escribo si nadie me lee” fue mi primer pensamiento intrusivo antes de empezar a escribir. Después me encuentro con los comentarios de la gente, con las métricas, con los compartidos y pienso que quizás hay vida del otro lado. Quizás mucha más gente me lee de lo que yo creo. O quizás no. No lo sé.
No quiero depender de esa validación para escribir. Quiero escribir porque me gusta o mejor aún, porque tengo algo que decir, algo que no se puede quedar callado aunque parezca a todas luces una tontería. A veces estoy en mi casa y me siento molesta, como distraída y frustrada. Me cuesta un poco darme cuenta de que muchas veces es porque tengo ideas atrapadas adentro, ideas que no están pudiendo salir.
Hoy en día es cada vez más fácil hacer contenido “útil”. O mejor dicho, contenido que parece útil pero en realidad es infotainment, con poca info y mucho entertainment. No que el entretenimiento sea inútil, pero la intersección que se genera en este tipo de contenido es que cubre varios ítems de la lista mental que nos impone el mundo moderno: por un lado nos hace creer que es útil, que nos informa y educa. Por otro lado, nos mantiene enganchados a la máquina de dopamina.
Creo que nunca fue tan simple como hoy empezar por ejemplo un newsletter monetizado. Solamente se necesita ChatGPT (o similar) y poca moral para depredar de las inseguridades ajenas. Porque donde existe una inseguridad existe una oportunidad de negocio. ¿No sabés cómo adelgazar? Acá tenés quince tips (y un curso pago a USD10.99 que te prometo va a cambiar tu vida para siempre). Cambien adelgazar por cualquier otra inseguridad y es lo mismo: conseguir trabajo en IT, invertir, crear reels para que mejoren las ventas de tu pyme. Lo que sea. Pocos escrúpulos, ChatGPT. Kaching!
No quiero decir con esto que todos los creadores monetizados sean predadores sin escrúpulos, pero sí que nunca fue tan fácil como para quienes sí lo son porque ya ni siquiera tienen que robarse el contenido. La AI lo hace por ellos.
Hace poco tuvimos un poco de revuelo porque empezó la temporada de eventos tecnológicos en San Francisco y siempre que esto pasa se junta gente a tirar facha mostrando que están ahí. Suben merch, las credenciales con sus nombres, fotos con referentes. Me da mucha envidia esta gente, me da tanta envidia pero no por las razones que pueden parecer obvias. Lo que más envidia me da es que los veo y no me produce ningún deseo de estar ahí. Una parte de mí se siente mal por no desearlo. Pienso cuánto más fácil sería mi vida a veces si pudiera volver a desear eso como parámetro del éxito. No es que no lo haya hecho yo también tuve mi era devfluencer en California, pero me aburrí súper rápido. Lo hacés una vez y ya está, ya no hay más nada. Es solo contenido, después volvés a tu casa y sos más o menos la misma persona con más o menos los mismos problemas.

En la internet actual es casi imposible no consumir la vida ajena como contenido entre la maraña de reels, fotos de eventos y clickbait. Y al arte le pasa lo mismo. Cuando el arte se consume como contenido y su valor deja de ser su significado o interpretación y pasa a ser cuántos likes genera. ¿Cuánto engagement? Su valor como teinment. Y en la economía del contenido el valor lo pone el algoritmo, así que acá estamos consumiendo lo que el algoritmo considera valioso.
En un intento muy punk de ir contra la corriente me puse a hacer zines que nadie lee y arte que nadie consume. No tiene un fin y probablemente tampoco un valor. Solamente existe porque se me ocurrió y tenía ganas de crearlo. Probablemente tampoco solucione ninguno de mis problemas, pero tengo que admitir que se siente bien soltar y hacer por hacer. No sentir que todo tiene que tener un lugar o encajar en una dinámica vendible de nuestra vida.
Los invito desde este espacio a crear su propio arte inútil. Armen sus propias zines. Y que algún día cuando seamos polvo quizás una persona abra nuestro cuaderno y se encuentre con ese pedacito nuestro olvidado y se le escape una sonrisa. Nadie va a sonreír tanto leyendo nuestro newsletter pago.
Gracias por leer, nos vemos la semana que viene.
Si te gustó lo que leíste y todavía no sos parte de la familia de Sin Códigos:
Y si realmente te gustó:
☕ Regalame un Cafecito o sumate a un plan mensual
💌 Compartilo con alguien que también está buscando algo más:




Yo te leo siempre pero comento poco. Ahora estoy escribiendo en papel, para mí, para escaparle un poco a lo digital. Igual me muero de envidia de los que monetizan contenido basura. No me da ni la cara ni el deseo, pero digo ¿no estoy perdiendo la oportunidad de hacer plata? La respuesta es si, pero bueno, mi camino es por otro lado.
Allá por el ¿lejano? 2008 tuve ganas de escribir sobre alfajores porque.....tenía ganas. Siempre me pregunté si era realmente necesario y nunca supe hasta que aparecieron los primeros comentarios. Luego desaparecieron con la aparición de las redes sociales, pero cada comentario para mí era un subidón de dopamina, había gente en ese desierto. Años después salieron un montón de gente a hacer lo mismo pero ahora en Instagram y Tiktok, y monetizaban eso. Yo sigo acá como profe porque salvo un par de notas pagas y muchas cajas de alfajores, nunca gané un mango. Me siento contento con haber dejado mi huella en algo que yo pensé que nadie se hubiera interesado. Y si no hubiera dejado huella, igual me sentí bien de saber que pude hacer algo que a poca gente se le había ocurrido antes.