Hola substackers de mi corazón ¿Cómo les va esta semana? Para mi fueron días intensos, muy intensos, sumidos en tristezas profundas y alegrías inmensas. En mi entorno se vivieron despedidas y finales pero también nuevos comienzos. No míos, pero suficientemente cerca como para que duelan (algunos) y alegren (otros) en carne propia.
Paso mucho tiempo arriba del auto y en el camino no puedo hacer nada más que pensar, por eso escribo en mi cabeza. A veces se me ocurren frases buenísimas pero me las olvido y solamente queda la idea general. La temática de esta semana fue mayormente la vida… no en el sentido de estar vivo sino en términos de como siempre “la vida sigue”. Yo pensaba que esa frase era de esperanza, pero esta semana me cayó la ficha de que no, no es una frase optimista, es una sentencia.
Pasa algo terrible pero la vida sigue, en el medio de un luto todavía tenemos que lavar la ropa y pagar impuestos. De hecho la muerte en si misma implica una cantidad enorme de trámites, en esos instantes donde lo único que querés hacer es hacerte bolita en la cama y llorar no se puede, tenés que llamar por teléfono, dar de baja cosas y atender el hambre en el estómago que constantemente nos recuerda que nosotros si seguimos acá.
La vida sigue, no se pregunta si nosotros necesitamos una pausa, no le interesa. Sigue y sigue.
Lo mismo con las alegrías. Cumplís ese sueño que llevabas mucho tiempo buscando pero el tiempo no perdona, sigue corriendo. Se juntan las tareas y las cosas por hacer ¿Cuantas veces un festejo queda relegado a lo urgente y se pasa hasta que ya no tiene sentido festejar? (Opinión, siempre tiene sentido festejar)
La vida, esta vida que nos inventamos, llena de tareas y productividad, sigue y sigue. Pero no sé si es cierto que no podemos parar. Bueno, quizás no parar, pero desacelerar la marcha, hacernos al costado y tomar unos sorbitos de te mientras acomodamos las ideas. Y después si, seguir, porque es lo que nos toca.
Brindo por que aprendamos y nos inventemos vidas donde no esté mal visto para a oler las flores ¡Feliz viernes!
Ahora si, gracias por acompañarme en esta intro falopa, vamos a lo que nos compete, hoy vamos a hablar de apuestas online y etiqueta social en redes ¡Vamos allá!
Juguemos en el bosque online
Esta semana me encontró varias veces el tema de la ludopatía en menores de edad. Primero porque en el grupo de los mapapis contaron que las maestras del colegio se están capacitando para detectar y prevenir en alumnos. Unos días más tarde me crucé con un excelente episodio del podcast de
hablando de este tema específicamente en videojuegos.Cómo madre de dos niños chicos que un día serán adolescentes les puedo asegurar que ya me estoy haciendo mala sangre, sobre todo porque los datos no son nada alentadores.
La ludopatía, también conocida como trastorno del juego o juego problemático, es una adicción conductual caracterizada por la compulsión a participar en juegos de azar, a pesar de las consecuencias negativas o el deseo de detenerse. Es un trastorno del control de los impulsos que lleva a una necesidad abrumadora e incontrolable de apostar. Esto puede incluir juegos de casino, apuestas deportivas, loterías, lootboxes y más.
Las personas con ludopatía continúan jugando incluso cuando enfrentan problemas financieros, familiares, laborales o legales como resultado de su juego. La adicción puede llevar a una deuda significativa, relaciones dañadas, y una disminución en el rendimiento laboral o escolar. Aunque puede ser difícil, la ludopatía es tratable y hay recursos disponibles para ayudar a las personas afectadas a recuperar el control de sus vidas.
Este no es un problema nuevo, todos tenemos la imagen mental alimentada por Hollywood, de la señora adicta a la máquina traga monedas o el señor de traje demodé y sucio que pierde lo que ya no tiene en la ruleta. Ese arquetipo de la persona sola, sin nada que perder que se deja todo en el juego. Ya lo dije en otras ediciones, a los humanos nos encanta fingir que tenemos nuestros impulsos bajo control pero en la práctica somos bastante desastrosos y la realidad es que a pesar de nuestra fantasía casi cualquier persona puede ser víctima de este tipo de adicción.
Eso al menos, en el mundo adulto. Mal que mal, los menores de edad estaban relativamente protegidos de las apuestas tradicionales. Los casinos no suelen permitirles la entrada, además de que hacerse de dinero para apostar no es tan simple como irse con la tarjeta de mamá.
Es acá es donde entra nuestra amiga la tecnología, esta arma de doble filo que tanto nos da y tanto nos quita. Y en este caso está actuando como facilitadora a diferentes niveles:
Por un lado, se popularizó el uso de billeteras virtuales que permiten la creación de cuentas a partir de los 13 años, muchas veces con ciertas funcionalidades limitadas y el requisito de control parental. Para nosotros, los padres, este tipo de soluciones son un gol: nos evitamos que los chicos anden con efectivo encima, podemos enviarles dinero inmediatamente si tienen un problema, no nos tenemos que preocupar por si pierden la billetera con la extensión de nuestra tarjeta. Es una simplificación digital que nos ayuda a acompañar esos primeros pasos de independencia económica.
Obviamente uno como padre espera que ese dinero se gaste en comida, salidas con los pares, algún gustito si sobra. Yo misma cuando era adolescente me ocupaba de comer todos los días el menú más barato y después me iba a comprar ropa a Acoyte y Rivadavia. Mis inicios en la economía de chica.
Ningún padre le da dinero a sus hijos esperando que se meta en la timba, pero la realidad es que tampoco es tan fácil de evitar.
Las billeteras son nada más que el 30% de este fernet desatroso. El otro 70% corre directamente de la mano de la innumerable cantidad de plataformas de apuestas que se pusieron de moda en el último tiempo. Si bien ya existían tuvieron un boom de adopción durante la cuarentena, ya que el encierro, el aburrimiento y la incertidumbre nos llevaron a buscar nuevas experiencias en lo digital.
Hoy en día vemos publicidad de apuestas por todos lados, completamente naturalizada como si no fuera peligrosa. No ayudó nada Qatar y la euforia del mundial donde muchos influencers se subieron a la timbaneta y no se cansaron de promocionar diferentes espacios de apuesta deportiva.
Los deportes no son los únicos en promover este negocio, los videojuegos no se quedan atrás, y ni hablar de la escena de los eSports que funciona de la misma forma que la deportiva. Estética agradable, sensación de pertenencia, avalado por influencers y personas que los chicos admiran. Caldo de cultivo para el desastre.
Lo peor de estas plataformas es que si uno las mira todo es legal. Tienen sus TyC al día, cumplen con las regulaciones provinciales. Tienen cartel de 18+ y link a la lista de auto exclusión. Son empresas serias, incluso sponsors de los equipos que tanto amamos. Entonces… la responsabilidad si uno se mete y no hace caso es propia ¿No?
Ojalá el mundo fuera tan lineal y la realidad así de simple, pero lamentablemente es mucho más complejo. En primer lugar cualquiera que haya transitado la adolescencia sabe que nadie jamás apretó el botón de “No tengo 18”. Es un recurso legal, tiene que estar, pero a menos que la plataforma incluya identificación de identidad (KYC) es imposible saber quien se encuentra del otro lado.
Por otro lado la publicidad, las promos con influencers y el nombre en la camiseta le dan legitimidad ¿Cómo va a ser malo algo que todo el mundo recomienda? Si, bueno, eso mismo pensamos alguna vez de los cigarrillos:
Y todo eso sin meternos en otros niveles del mismo problema como los casinos en el metaverso, la timba cripto o los corredores de apuestas por Whatsapp que ya directamente escapan cualquier regulación existente y futura.
Los adolescentes son un grupo particularmente vulnerable porque se encuentran en pleno desarrollo y parte de ese desarrollo implica empezar a tomar decisiones… que no siempre son acertadas. Y es normal y esperable que un adolescente haga algo repentino o temerario, el problema es cuando empresas e individuos explotan estas debilidades.
No ayuda que los adultos parecemos cada vez más distraídos y menos involucrados emocionalmente con nuestras familias. Nos ocupamos de que vayan a sus actividades, coman bien y tengan sus temas al día pero estamos fallando en acompañar desde lo emocional, y sospecho que gran parte de ese problema es que nosotros también somos presas de otras adicciones y algoritmos. Lo que dije antes sobre parar a oler las flores, también aplica para oler la timba.
Las experiencias de apuesta están construidas minuciosamente para atraer, de eso no hay duda ¿Hasta que punto se pueden regular? ¿Hasta que punto se pueden responsabilizar? Por lo pronto la salida se ve lejana y el futuro complicado. Otro espacio donde la tecnología nos juega a favor y en contra.
Esperemos que las campañas de concientización, el entrenamiento docente y las futuras regulaciones tengan un impacto positivo.
Etiqueta twittera
¿Les pasó de ofender a alguien con un post? No me refiero a posts que están destinados específicamente a ofender como el caso de un subtweet, donde hablamos mal de una persona específica sin mencionar su arroba. En este caso les pregunto si alguna vez ofendieron a alguien sin querer.
A mi me pasa bastante, y la única culpable soy yo porque la realidad es que no leo mucho a la gente que sigo. Desde hace un par de años mi consumo de redes se basa en leer sitios de noticias y periodismo independiente a quienes accedo a través de listas curadas de contenido. Esto lo hago para preservar mi tiempo y no engancharme en la madriguera sin salida que es a veces internet.
No es que no me interese leer a mis pares, es que me olvido. Y prefiero leerlos en grupos de telegram o directamente en conversaciones 1-1. Cada tanto me meto a mi timeline y me sorprendo con las actualizaciones de vida de la gente que conozco pero estoy tan acostumbrada al tema de las listas que muchas interacciones personales se me pierden.
Hace aproximadamente un año se armó bastante revuelo con el tema de si era tarde para meterse en programación y yo me enteré porque le estaban dando con un palo a uno de esos devfluencers que no juno. Y como siempre, porque sobre todo tengo que tener una opinión fui a dejar mis dos centavos. Para qué.
Para empezar, aparentemente ofendí a la comunidad de adeptos a la mecanografía, al menos el 50% de las respuestas a ese tweet fueron “No es una habilidad inútil aprender a escribir bien”. Ugh bueno si ya entendimos, pesados.
Pero al margen de eso, yo no sabía que el tema se había originado por un post de una persona conocida, otra gente lo levantó, lo replicó y lo deformó hasta la versión que me llegó a mi con el devfluencer en cuestión.
Esta persona obviamente se lo tomó personal, y no la puedo culpar. Le expliqué la situación sin mucha esperanza de que me crea. Me fui de los grupos que compartíamos porque tampoco la quería incomodar con mi presencia online. Que se yo, paja, pero fue.
Pero desde ese momento me quedé pensando en que necesitamos algunas reglas de etiqueta en redes. Una de las reglas podría ser que no asumamos que un conocido nos está hablando directamente a nosotros. Ni siquiera lo digo porque seamos todos buenas personas, es simplemente una cuestión de que si hay confianza se puede directamente preguntar “¿Esto lo dijiste por mi?” y aclaramos la situación.
De esta misma regla deviene la otra que debería ser obvia, no se habla mal de amigos en redes, sobre todo si esos amigos nos leen. Puta pero no tarada diría Cazzu y a mi me gusta cambiarlo por “bicha pero no tarada”. No vale nunca la pena perder espacios felices por un par de likes ¿Cómo te vas a poner bicha en público con gente que te cae bien?
Creo que está asociado a la idea de “Se felicita en público y se corrige en privado”. Yo tengo un montón de amigos que opinan pelotudeces sobre cosas. Yo probablemente tenga algunas opiniones desinformadas y pelotudas sobre otras. Y espero que tengan la confianza suficiente como para decirme “Che Bel, te estás pasando de troska” o “Che Bel, estás a un punto de rozar la apología al genocidio”. Si, porque para eso estamos los amigos, para avisar cuando no da, cuando el otro está a punto de pisar el palito imaginario porque se pasó de rosca con un tema.
En redes al día de hoy me han dicho libertaría, K, zurda empobrecedora, goi, neurotípica explotadora (es una buena bio), negacionista (doy fe que el muchacho que me lo dijo vino a hablarme en privado pero me molestó igual). Me han tratado de estafadora que lucra con la programación y de que me hago la progre para juntar seguidores. Por favor chicos si me hiciera pasar por algo en redes sería para atraer followers con plata, no progres. El punto es que ya tenemos un montón de desconocidos que van a opinar sin saber, no nos tratemos mal públicamente entre nosotros. Hagamoslo en privado, en una plaza, a las 3 pm, it’s a date.
Pero bueno, a mi lo que digan no me importa porque no tengo problema en vivir con mis contradicciones pero si creo que como sociedad estamos alterados y las redes se aprovechan. Malos entendidos que en la vida real se solucionan con unas puteadas y una cerveza de por medio en el ámbito virtual se convierten en largas cadenas de malestar y guerrilla online.
No ayuda para nada que se facilitó la segregación y los echo chambers potenciados nuevamente por nuestros amigos los algoritmos.
Antes uno conocía a la gente en persona y tocaba lo que tocaba, hoy es mucho más fácil rodearse de gente que piensa igual o a la que le interesan los mismos temas. Es un espacio contenedor porque se puede volver poco diverso rápidamente y esa falta de diversidad en el entorno nos vuelve menos tolerante a lo diferente.
La tecnología es lo que es, una herramienta. Queda en nosotros dejarnos llevar o tratar de construir con ella. Pero la próxima antes de enojarnos por ahí podemos parar, oler las flores y ver como seguimos.
Y ya saben, si quieren pelear, al DM:
Recomendaciones:
Llegó NANA a Netflix - No importa si son adeptos al anime o si nunca vieron y le quieren dar una oportunidad. NANA es una historia preciosa sobre amor, romance, música, moda, sexo y sobre todo la AMISTAD que se puede generar entre dos mujeres adultas. Joyita.
El análisis de
sobre videojuegos y ludopatía. Muy bueno y completo, merece ser visto. Y de paso suman otro medio para informarse de las cosas que importan (aka los jueguitos).¿Me ayudás a crecer? ☕️
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¡Nos vemos la semana que viene!
Como siempre, excelente post. La intro nos resuena a todos, lindo recordar eso, hacerle frente y pasarla.
Creo que los sitios que lucran con las debilidades y adicciones deberían pasar por un proceso de evaluación de 'attractiveness level' o algo así, cuando es muy enfocado a explotar la mente sobre todo de los más jóvenes, es la misma impunidad del anuncio de cigarrillos. Muy bueno hablarlo al tema.
Me preocupa mucho este tema, es bueno que se empiece a hablar de ello para buscar soluciones